12.2.11

La lucha del que sirve

La Coordinadora Nacional de Brasil Waner Nunes nos envio el siguiente material que es especial para trabajar con nuestro equipo de liderazgo y fue producido por : Christopher Shaw para Desarrollo Cristianao Internacional


Texto Bíblico: Colosenses 2.1-2

Nuestro distintivo de lideres con llamamiento celestial es nuestra preocupación por las personas.
“Quiero pues, que sepáis cuán grande lucha sostengo por vosotros, por los que están en Laodicea[a] y por todos los que nunca han visto mi rostro. Lucho para que sean consolados sus corazones y para que, unidos en amor, alcancen todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo”  (Colosenses 2.1-2)
·          El propósito principal de la carta de Pablo a los Colosenses es la de alentar y encaminar la fe de la iglesia, dando instrucciones específicas acerca de los diferentes aspectos de la vida cristiana que merecían su consideración. Como en todos los escritos del apóstol, no obstante, también nos revela, aunque sea fugazmente, algo del corazón de este siervo de Jesucristo a los gentiles. El apóstol, sin entrar en detalles, afirma que está involucrado en una intensa lucha por la iglesia. Sabemos con certeza que esta pugna incluía toda clase de pruebas externas, algunas de las cuales están mencionadas en su segunda carta a los Corintios. Estas aflicciones incluyeron tales cosas como hambre, prisiones, azotes y naufragios, los cuales había sufrido por causa del evangelio.La formación de un discípulo es un proceso esencialmente espiritual y el pastor vive intensamente este proceso, con oración. Mas Pablo, en el texto sobre el cual hoy reflexionamos, se está refiriendo a otra clase de lucha, la que se libra en el ser interior del siervo. Esta es la carga pastoral que Dios pone sobre el corazón de aquellos que sirven a su pueblo. En el mismo pasaje de Corintios, el escribía: «además de todo esto, diariamente está sobre mi la ansiedad por la iglesia. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?» (2 Co 11.28-29).

Esta carga es la que distingue al pastor que los es por vocación celestial, de aquel pastor que no es más que un asalariado. La lucha principal del asalariado está en mantener en movimiento los diferentes programas de la congregación. No tiene mucho tiempo para estar con la gente porque está demasiado ocupado con sus muchas actividades. Más el pastor, que es pastor de alma, entiende que los programas son un medio para un fin mucho más importante, la formación de Cristo en la vida de cada uno de sus hermanos. Tiene sus ojos firmemente puestos en este objetivo y sabe, con absoluta certeza, que esto no se logra con una buena dosis de actividades. La formación de un discípulo es un proceso esencialmente espiritual y el pastor vive intensamente este proceso, con oración, con súplicas, con lágrimas y ruegos a favor de cada uno de los que le han sido confiados.

La evidencia más contundente de que esta carga es producida por el Espíritu de Dios se encuentra en que Pablo dice que su lucha incluye a los que nunca han visto su rostro. ¡Qué grandeza de espíritu! La mayoría de nosotros apenas luchamos por los nuestros. De veras que nos interesa poco y nada la obra y el trabajo de los demás, especialmente los que viven en otros lugares. Pablo trabajaba y sufría también por aquellas congregaciones en las cuales nunca había estado personalmente, pero que eran de sumo interés a su Señor. La carga de Cristo estaba también sobre su corazón. Y cuando los intereses de los demás comienzan a ser importantes para nosotros sabemos con certeza que Dios nos ha librado del egoísmo que tanto entorpece su obra en nosotros.

Para pensar:


¿Cómo líder, cuánto tiempo se pasa intercediendo por el ministerio de otros?
¿Cuánto esfuerzo dedica a promocionar proyectos ajenos a los suyos?
¿Cómo comunica a su congregación este mismo desinterés ministerial?

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional para DesarrolloCristiano.com. Copyright ©2010 por Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.
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