El cine es una manera de romper con el silencio cotidiano y hacer visibles las formas de relaciones desiguales establecidas entre hombres y mujeres, es un espacio y una forma de discurso que permite desnaturalizar y cuestionar la obediencia, la dependencia, la violencia y la sumisión. La práctica cinematográfica nos lleva a reflexionar sobre los estereotipos sociales que soportan las mujeres de diferentes culturas, las sugestiones sociales que se encarnan en sus cuerpos.
El festival Internacional de Cine y Mujer por la equidad de género se construye como un espacio para cuestionar y dialogar frente a temáticas que nos atraviesan a todos. Se trata entonces de discutir para abandonar falsas dependencias, de hacer visible la legitimación de la violencia que se ejerce física y psicológicamente por el sólo hecho de haber nacido mujer, esa violencia feroz que se reproduce en las prácticas de abuso sexual sobre niñas y mujeres, en las redes de trata para la prostitución, en la explotación laboral y en el ámbito familiar. Las imágenes nos interpelan sobre nuestras conductas, nuestros prejuicios y nuestros silencios, nos insisten para que pensemos nuevas formas de mirar y de mirarnos, de relacionarnos y reconocernos en la diferencia. La lucha consiste en hacer temblar lo determinado, en diluir los valores que sostienen la crueldad de unos a expensas de otros. Defender los derechos humanos incorporando la perspectiva de género es una tarea que nos lleva a deshacer la inercia y quebrar el silencio de lo injustamente establecido. El camino es largo, es necesario comenzar a ver para dejar de obedecer.
Directora del Primer Festival Internacional
de Cine y Mujer por la Equidad de Género.
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