Por Fabiola Czubaj De la Redacción de LA NACION
Cuando una mujer salta ciertas barreras culturales, hay enfermedades que se toman una desmedida revancha física, psíquica y emocional. Es el caso de la adicción a las drogas ilícitas y al alcohol, que se instala en ellas con mayor virulencia, violencia y descontrol que en los varones.
"Aunque el consumo [de drogas) sigue siendo más común en los hombres, en las mujeres es más grave. El varón tiene, por decirlo de alguna manera, permiso cultural para hacerlo; pero cuando lo hace una mujer, se tiene que esforzar tanto para cruzar ciertas barreras que la violencia y la promiscuidad terminan siendo mucho mayores que en el hombre", señaló el licenciado en psicología Jorge Rshaid, director general de Casa del Sur, una organización no gubernamental especializada en la rehabilitación de pacientes drogodependientes.
Allí, donde ocho de cada diez personas con tratamiento son derivadas por orden judicial, el 80% de las mujeres tratadas están infectadas con el virus del sida. Esto abarca pacientes de 14 a 60 años, de todos los niveles sociales, incluidas profesionales.
Consumo en alzaEn el país existen más de 500 comunidades terapéuticas como Casa del Sur. A pesar de que, en general, las mujeres se resisten más que los hombres a denunciar qué les pasa, en estos últimos años se ha observado un crecimiento del consumo femenino.
Hace 25 años, por cada diez personas adictas, una era mujer. Hoy, de cada siete personas adictas, tres son mujeres, según precisó el psicólogo.
"El deterioro físico y la alteración de la personalidad con que llegan es enorme", comentó el psicólogo Marcelo Plotnik.
Y Rshaid coincidió: "Difícilmente encuentres una mujer [drogodependiente] que no esté absolutamente deteriorada y desmadrada en su conducta. Cuando transgreden, ellas pierden todo, incluidos los hijos. La familia las abandona directamente, lo que es distinto en los hombres. Cuando un padre llega con su hija, vemos que siente mucha más vergüenza que cuando un padre llega con un hijo."
Hombres y mujeres no siempre compartimos los mismos factores de protección y de riesgo de la salud mental. Por ejemplo, la bibliografía señala que mientras el matrimonio puede ser protector para el hombre, puede ser un factor de riesgo para la salud de la mujer.
Pero esto no es todo. Existen también factores de riesgo específicamente femeninos, que pueden impulsarla a la adicción. La lista incluye la sobrecarga de horarios en el trabajo y en el hogar; la incertidumbre sobre el futuro laboral; la sensación permanente de agobio, estrés o incapacidad de superar los problemas; la pérdida de autoconfianza o la facilidad económica o social de acceso a las drogas, entre otros.
Defensas bajas"La mujer hace un esfuerzo mucho mayor que el hombre para llegar a ocupar ciertos lugares y, en ese camino, pasa por circunstancias mucho más tensas, lo que en algunas personas lleva al alcoholismo o al consumo de drogas por lo que la sustancia pasa a ser casi circunstancial", agregó Rshaid.
En general, precisó el doctor Simón Plotnik, las mujeres que llegan a Casa del Sur tienen las defensas muy bajas, sufren trastornos en el ciclo menstrual (amenorreas de muchos meses que se confunden con embarazos), padecen infecciones inguinales y están en un mal estado nutricional. Plotnik, que es médico clínico, es el responsable de elaborar la historia clínica de cada paciente derivada a alguna de las doce sedes de atención que posee esa comunidad terapéutica.
"El nivel de deterioro de la salud mental y física con que llegan las personas que consumen drogas es muy alto -comentó-. Tienen enfermedades agudas; pueden fumar entre tres o cuatro paquetes por día, y sufren problemas broncopulmonares y digestivos por la comida y el alcohol, constipaciones crónicas y enfermedades dermatológicas."
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